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Envejecer en femenino

“Explorando la Intersección de Moda, Belleza y Envejecimiento en la Sociedad Actual”

En la sinfonía de la vida, la moda, la belleza, la sociedad y el envejecimiento entrelazan sus notas, creando una melodía única que resuena en todas las etapas de nuestras vidas. La moda, ese lenguaje silencioso pero elocuente, refleja los valores cambiantes y las corrientes de una sociedad en constante evolución. Por otro lado, la belleza, un concepto moldeado por diversas culturas a lo largo de la historia, trasciende el tiempo y se convierte en un faro de autoexpresión y autoestima.

En nuestra sociedad contemporánea, la moda y la belleza danzan en un abrazo intrincado. La industria de la moda no cesa en su labor de concebir estilos que despierten admiración y deseo, mientras que la industria de la belleza destila productos y tratamientos con la promesa de rejuvenecer los años vividos. No obstante, estas esferas de influencia también pueden oscurecer el cielo de la autoimagen. Quienes sienten que no encajan en los cánones de belleza impuestos pueden hallarse presos en el laberinto de la inseguridad y la melancolía, afectando su autoestima y bienestar emocional.

Aun así, el envejecimiento, esa danza constante entre el tiempo y la experiencia, agrega profundidad a esta narrativa. En diversas culturas, las arrugas son signos de sabiduría, reverenciando a las generaciones más experimentadas. Sin embargo, no todas las melodías resuenan igual. En algunos casos, la sociedad pone un velo sobre el valor de la experiencia, cegada por estereotipos que no hacen más que entorpecer el aprecio por quienes han recorrido largos caminos.

En la actualidad, la percepción del envejecimiento se torna más benevolente, irradiando un mensaje de positividad. La longevidad se erige como una epopeya de vitalidad y vigor, desafiando los prejuicios y demostrando que se puede marchar con gracia y estilo por los años que tejen la historia de nuestras vidas.

Cabe destacar que los géneros entran en la sinfonía con matices propios. La mujer, en ocasiones, enfrenta una sinfonía disonante, presionada para acoplar su apariencia a los ideales impuestos. Mientras tanto, el hombre, envuelto en su propia partitura, tiende a sentir menos escrutinio sobre su aspecto. Sin embargo, recordemos que estos roles son meras etiquetas que no determinan la armonía de las personas.

La belleza, esa joya subjetiva y multifacética, debe celebrarse en todas sus formas. No existe un único canon de belleza, pues cada individuo irradia su esencia única. Análogamente, el envejecimiento es un capítulo natural, un proceso que brinda las páginas para nuestro crecimiento y aprendizaje.

Desafiemos, pues, los estereotipos arraigados en la tierra fértil de la moda, la belleza, la sociedad y el envejecimiento. Vistámonos con la indumentaria de la autenticidad, cuidemos nuestro ser interior y exterior, y bailemos al ritmo vibrante de la vida sin importar la edad. Recordemos que las melodías de la experiencia humana son diversas y asombrosas, y es nuestro deber celebrar la riqueza de cada nota, cada arruga y cada sonrisa que la vida nos regala.

 

María Fernanda Bengohechea

Licenciada en Actividad Física y Deporte

Licenciada en Gerontología ©

 

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